jueves, 15 de noviembre de 2007

“El Balcón de La Reina”

Con parte de la herencia el tío Emilio logró comprar una parcela, la N° 294, apegada a la cordillera. En esta región llamada La Reina no había medios de locomoción colectiva, sino que una góndola (bus) pasaba por la mañana y otra por la tarde en dirección a Santiago. Hoy en día hay movilización a cada minuto, es la conocida comuna de La Reina y pertenece a la capital.

Cuando el tío Emilio dejó de trabajar en la ferretería en la que él tenía acciones (Alameda esquina Teatinos) se trasladó a vivir al barrio La Reina, que comenzaba a poblarse y él tenía allí su parcela refugio. Cuando Edmundo, otro de mis tíos, pensaba que corría algún riesgo porque lo estaban ubicando los que perseguían la fortuna de los Buholzer llegada de Suiza, entonces el tío Edmundo se trasladaba con su auto al extenso sitio que quedaba en este mismo lugar, detrás de este negocio. Lo mismo sucedía con la tía Marichen. Ella se debía cuidar con sus dos hijos, ya que su marido fue accidentado a los 22 años y su hijo fue asesinado a los 21 años. Años después y por segunda vez, la tía Marichen de acuerdo con el tío Emilio, me ofrecieron su protección y hospedaje para ocultarme en La Reina, cuando yo estaba amenazado también por facinerosos y mafiosos de una banda de rufianes.
Este refugio en la foto se ve a mal traer, ya que fue fotografiado días después de uno de los terremotos de la década del 60. La reja de madera fue reparada por el tío Emilio después del terremoto y al mismo tiempo las tablas fueron pintadas una de color blanca y otra de color azul paquete de vela. El negocio tenía también los mismos colores, se llamaba El Balcón de La Reina. Fue un almacén muy conocido y que tenía mucha clientela. Aunque no aparecen en esta fotografía, había columpios para los niños, resfalines y una especie de juego como un laberinto. A falta de biblioteca en La Reina, entre otras curiosidades, el tío colocaba gratuitamente en el negocio revistas y el diario El Mercurio. Esto lo ponía a disposición en un simple invento que hizo el tío Emilio con un listón de madera y unas pinzas de ropa. A este invento quedaban sujetos y extendidos estos materiales de lectura para los clientes.

Esta parcela a las faldas de la Cordillera de Los Andes fue además una segunda vivienda para sus 4 hijas: Eugenia, Mafalda, Rosa y Erika y también para sus numerosos nietos.

Nota:
Para mayor información relacionada con la odisea de los Buholzer pinche en: historiasderaul.blogspot.com/2007/07/la-herencia-suiza-dejada-por-mi-abuelo.html

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